- La demanda, real o potencial, ha pasado del 25% al ??54% en poco más de un año: psicólogos y enfermeras son los colectivos que han buscado este apoyo con mayor frecuencia
- Enfermeras y trabajadoras sociales presentan los peores indicadores de salud físical y mental, mientras que, en todos los colectivos, las mujeres se encuentran peor
- Los profesionales se sienten valorados por sus compañeros y pacientes, pero emerge con fuerza la sensación de falta de reconocimiento social
A punto de llegar a los dos años de pandemia de COVID-19, los profesionales de la salud acumulan niveles de malestar físico y mental muy elevados. Un malestar que se prolonga en el tiempo y no muestra indicios significativos de recuperación. En este tiempo, más de la mitad de los profesionales de Cataluña (54%) acudieron ya a servicios de salud mental (39%) o bien se plantean hacerlo (15%). Se trata de una demanda, ya sea real o potencial, que duplica la que existía en verano de 2020 (25%), poco después de la primera ola.
Las diferentes oleadas de la pandemia se han ido sucediendo sin dar tiempo, herramientas ni recursos a los profesionales para la recuperación. La Fundación Galatea monitorea el estado de salud física y mental de los profesionales desde que estalló la pandemia y, según la última encuesta (otoño de 2021), aunque en algún caso ha mejorado levemente algún indicador de salud, la mayoría siguen empeorando o se mantienen y en ningún caso se recuperan los niveles anteriores a la pandemia. Se produce un claro efecto acumulativo. Cabe destacar que la encuesta no incluye la sexta oleada vivida al inicio del invierno 2021-22, con gran incidencia de contagios y enorme saturación de los servicios sanitarios, especialmente, de la atención primaria, ni tampoco el posterior contexto de aparente estabilización vivido a partir de febrero de 2022.
El estudio sobre las repercusiones de la COVID-19 elaborado por Fundació Galatea se basa en encuestas realizadas a siete colectivos profesionales del ámbito de la salud de Cataluña: médicos, enfermeras, odontólogos, farmacéuticos, psicólogos, veterinarios y trabajadoras sociales . Por lo general, enfermeras y trabajadoras sociales (los dos colectivos más feminizados, junto con psicología) son los grupos que presentan peor estado de salud percibido. De hecho, en todos los colectivos, las mujeres tienen peores indicadores que los hombres.
Aparte de los indicadores de salud, en esta encuesta, los profesionales expresan de forma generalizada que no se sienten reconocidos por la sociedad ni suficientemente valorados por parte de los directivos ni de las organizaciones donde trabajan. El director de la Fundación Galatea, Antoni Calvo, considera que todos estos elementos hacen concluir que "es imprescindible que el sistema comience a dar señales de cambio y que no tarde en hacerlo". Según Calvo, "el sistema sanitario debe reconocer a sus profesionales y debe demostrarles con acciones y mejoras concretas que se preocupa por ellos".
Desde el inicio de la pandemia, Fundación Galatea puso en marcha un servicio de soporte psicológico telemático para los profesionales de la salud. Hasta febrero de 2022, a través de este servicio se habían atendido a más de 1.900 profesionales de la salud de toda Cataluña y se habían ofrecido más de 7.000 sesiones. Este apoyo sigue disponible, ante el incremento de las necesidades y de la demanda, así como de su complejidad, tal y como reflejan los resultados de la encuesta. El acceso al servicio es a través del teléfono 900 670 777 de 9 a 21 horas de lunes a viernes.
Resumen de los principales resultados del estudio:
Condiciones de trabajo
Con la pandemia se han afianzado las largas jornadas laborales. Destaca el número de médicos, enfermeras y farmacéuticos que trabajan más de 40 horas semanales (49%, 47% y 42% prespectivamente), aunque el momento en que se realizó la encuesta no coincidía con ninguna ola ni pico de casos.
Por otro lado, el 60% de los profesionales han sufrido un incremento elevado de la carga de trabajo que se ha mantenido a lo largo de la pandemia, especialmente en el caso de las enfermeras y las trabajadoras sociales (cerca del 78% de estas profesionales afirman que han tenido un incremento de carga laboral elevado).
Casi la mitad de los profesionales (48%) han tenido que adaptarse a cambios en el puesto o funciones de trabajo, sobre todo enfermeras (65,7%), trabajadoras sociales (63,5%) y médicos (57,9%)
Satisfacción y reconocimiento
La sensación de falta de reconocimiento social emerge un año y medio después del inicio de la pandemia como un elemento que claramente afecta y, al mismo tiempo, refleja el estado emocional de los profesionales. Sólo se sienten reconocidos por la sociedad el 38,6% de los médicos, el 33% de las enfermeras, el 27,4% de las trabajadoras sociales y el 23% de los veterinarios, por ejemplo.
Por otra parte, muchos profesionales tampoco se sienten valorados por gestores y directivos. Esta percepción se ha acentuado claramente en los últimos meses, sobre todo en lo que se refiere a enfermeras y médicos, que sólo se sienten reconocidos por sus directivos en porcentajes del 28,3% y el 36,9% respectivamente.
Por el contrario, los profesionales sí se sienten valorados y reconocidos por sus compañeros y por los pacientes.
Repercusiones directas de la COVID-19 en la salud
Hasta otoño de 2021, el 37% de los profesionales habían estado de baja en algún momento de la pandemia (el 17% diagnosticados de COVID-19). Los más afectados fueron médicos (40% de baja y 20% diagnosticados) y enfermeras (24,4% de baja y 51% diagnosticadas).
Por otra parte, el 31,7% de los profesionales diagnosticados manifiestan tener algún tipo de secuela (5,5% del total de profesionales), sobre todo médicos, enfermeras y trabajadoras sociales. Los problemas derivados de la COVID-19 son diversos, pero los más frecuentes son cansancio, pérdida de memoria, dolor muscular, caída de cabello, cefaleas y disnea.
Repercusiones profesionales
La suma de todos los factores anteriores (empeoramiento de las condiciones de trabajo, incremento de la carga laboral, presión psicológica, carencia de reconocimiento social, efectos de la COVID-19 sobre la propia salud, etc.) ha acabado teniendo efectos sobre las perspectivas de futuro de los profesionales en el ámbito profesional. Hasta uno de cada cinco profesionales (20%) se ha llegado a plantear dejar la profesión, aunque mayoritariamente afirman que no lo harán (sobresalen las enfermeras, médicos y trabajadoras sociales con un 42%, 35% y 32% respectivamente que se lo han planteado).
Una opción menos radical, pero también indicativa de la situación, es la de avanzar la jubilación, posibilidad que tienen en mente también un 20% de los profesionales, especialmente enfermeras (30%), médicos (21,5%) y trabajadoras sociales ( 20%)
La aparición de la COVID-19 ha hecho que los profesionales de la salud se planteen dejar la profesión
Estilos de vida
En general, los hábitos de vida de los profesionales no han variado mucho, aunque existen algunos indicadores que empeoran y ante los que hay que estar alerta. Por ejemplo, con la pandemia han aumentado los consumidores habituales de alcohol entre los médicos (han pasado de 4,6% al 7,1%), las enfermeras (del 3,8% al 6,3%) y los veterinarios ( del 5,6% al 7,2%). En cambio, entre el resto de colectivos se mantiene estable e incluso el porcentaje desciende entre psicólogos y odontólogos.
El consumo de tabaco se mantiene a niveles similares a los de antes de la pandemia: los colectivos en los que hay más fumadores son trabajadoras sociales (26,2%) y psicólogos (24%).
La práctica de actividad física decae en todos los colectivos (excepto psicólogos). Esta reducción es especialmente significativa entre las enfermeras (cae la práctica habitual del 42,7% al 29%), los ondontólogos (de 44,2% a 33,2%) y los farmacéuticos (del 45,7% al 29%) .
Destaca también que casi dos terceras partes de los profesionales tienen o han tenido muchas dificultades para desconectar del trabajo durante el tiempo libre, sobre todo las enfermeras y las trabajadoras sociales.
Estado de salud autopercibido
Dos años después de la pandemia, es algo que la salud de los profesionales no se ha recuperado. La mayoría de trastornos como insomnio, sufrimiento psicológico, cansancio, dolor, etc. empeoran y se cronifican. El efecto acumulativo en la salud física y, sobre todo, mental, es evidente.
Si antes de la pandemia el 8,3% de los profesionales percibían su salud como regular o mala, ahora son el 25% (más incluso que después de la primera ola, cuando eran 23%). Enfermeras (33%), trabajadoras sociales (34%) y médicos (25,8%) vuelven a encabezar los valores más negativos.
Profesionales que perciben su salud como REGULAR o mala antes y al largo de la pandemia
Horas y calidad del sueño
La dificultad para dormir es un problema muy frecuente entre los profesionales, especialmente entre enfermeras (45%) y médicos (35%). Pese a que el peor momento en cuanto al insomnio fue la primera ola, los datos del otoño de 2021 muestran que la leve mejora experimentada justo después se ha perdido y los problemas para dormir han vuelto a incrementarse.
En cuanto a las horas de sueño, aunque este indicador ha mejorado en la mayoría de colectivos, se mantiene en niveles similares a los de la primera ola en médicos y enfermeras, entre ellos el 21% y el 27% respectivamente duermen menos de seis horas diarias (14% antes de la pandemia en ambos colectivos).
Fatiga, dolor y estrés
Todos los colectivos presentan porcentajes superiores al 60% de profesionales afectados por cansancio, dolor o estrés y, en la mayoría de grupos, los niveles son similares o incluso superiores a los de la primera ola de la pandemia y siempre mucho por encima de los niveles prepandemia. El 80,7% de las enfermeras, el 70,4% de los ondontólogos, el 69,2% de los médicos o el 68,4% de los farmacéuticos refieren alguno de estos o más problemas. El dolor músculo-esquelético y el estrés se incrementan en todas las profesiones. Las enfermeras tienen los niveles más altos en los tres indicadores: cansancio (58,8%), dolor (60,1%) y estrés (57,7%).
Profesionales de la salud que presentan algún indicador de los anteriores (fatiga y/o dolor y/o estrés). Otoño 2021
Salud mental
Las consecuencias de los problemas de salud mental que arrastran a los profesionales son imprevisibles, en la medida en que perduran durante demasiado tiempo y se cronifican. Antes de la pandemia, el estado de salud mental era percibido como regular o malo por el 10% de los profesionales. En otoño de 2021, este porcentaje se había triplicado (30,5%). Enfermeras (40,2%), trabajadoras sociales (35,7%) y médicos (30,7%) son los colectivos con mayor carga psicológica y los que han tenido una evolución más negativa desde el inicio de la pandemia .
Los pensamientos de “no poder más” o la sensación de “estar sobrepasado” afectan al 30% de los profesionales, especialmente a enfermería (39,8%). La profesión que tuvo una evolución más negativa en este sentido, entre el verano de 2020 y el otoño de 2021, fueron los veterinarios, mientras que trabajadoras sociales, psicólogos y odontólogos, que venían de una situación muy negativa, registraron una evolución más favorable.
La sensación de “sentirse quemado” en el trabajo afecta al 36% de los profesionales (39% en 2020), encabezados por enfermeras (43,2%) y por médicos (38,1%). Por otra parte, mientras psicólogos, trabajadoras sociales y odontólogos han mejorado un poco al respecto, los veterinarios registran la evolución más negativa en relación al verano de 2020 (del 28,8% que se sienten quemados pasan al 35,6%).
La última encuesta de Fundación Galatea plantea por primera vez las situaciones de estrés postraumático y el resultado es que el 16,3% de los profesionales manifiestan que a menudo actúan como si estuvieran reviviendo experiencias estresantes relacionadas con la pandemia. Las más afectadas son las enfermeras (26,3%) y las trabajadoras sociales (24,6%)
Hasta un 42% de los profesionales de la salud tienen algún riesgo de sufrir un trastorno mental de tipo ansioso o depresivo (según General Health Questionnaire-12). Al frente, las enfermeras (58,3%), las trabajadoras sociales (47,1%) y los médicos (47,1%). Fundació Galatea no dispone del mismo dato del año anterior, pero si se compara con estudios realizados antes de la pandemia (entre 2013 y 2018), hay incrementos de este riesgo como el que se registra entre los médicos (del 28 ,4% de 2013 al 47,1% de otoño de 2021) o entre las enfermeras (del 36,4% de 2016 al 58,3% actual)
En cuanto al consumo de tranquilizantes o hipnóticos, no ha dejado de aumentar desde el inicio de la pandemia. En otoño de 2021 consumían el 30% de los profesionales. Se trata de un consumo que ha aumentado en todos los colectivos (al inicio de la pandemia se situaba en el 18%), encabezados por enfermeras (35,4%) y farmacéuticos (33,5%).
Estado de salud mental autopercibido como malo o regular antes de la pandemia y actualmente
Conocimiento y uso de los servicios de salud mental
Sólo el 38% de los profesionales de la salud consideran que han tenido suficiente apoyo psicológico y emocional durante la pandemia. Los psicólogos son los que más han tenido (62%), seguidos de odontólogos (46,6%) y veterinarios (41,7%). Por el contrario, enfermería es el colectivo en el que menos profesionales consideran haber tenido suficiente apoyo (29,5%).
En cuanto a la accesibilidad a servicios de apoyo psicológico y emocional, el 41% de los profesionales conocen las opciones existentes y creen que han podido acceder con facilidad. Los más satisfechos en este aspecto son los psicólogos (57,6%), médicos y trabajadoras sociales y los que han tenido mayores dificultades, los farmacéuticos (sólo 27,6% conocen opciones existentes o las consideran suficientes).
Del conjunto de profesionales, hasta un 54% acudieron a servicios de salud mental desde que comenzó la pandemia o se plantean hacerlo (39% y 15% respectivamente). Esto representa más del doble que en el verano de 2020, cuando un 16% había hecho uso de estos servicios y un 9% se lo estaba planteando (25% en total). Los colectivos que han tenido más contactos con servicios de atención a la salud mental han sido los de psicólogos (52%), enfermeras (44%) y veterinarios (41%) y los que menos, los farmacéuticos (32%) y odontólogos (34%).
Los servicios de salud mental más utilizados por lo general son los que ofrecen los profesionales privados (psicólogos y psiquiatras), que son la opción para el 46,7% de los usuarios. Psicólogos y odontólogos son los principales usuarios de esa opción. En segundo lugar, se sitúan los programas de Fundación Galatea (26,5%) y son la opción preferente para los médicos. De hecho, médicos, enfermeras y veterinarios son los que más conocen y confían en los programas específicos de Fundación Galatea a los que todos los profesionales de los colectivos encuestados tienen derecho como colegiados.
Formación en competencias para un ejercicio saludable
Son numerosos los profesionales (91%) que echan de menos formación para desarrollar o mejorar habilidades emocionales que les permitirían ejercer de forma más saludable (destaca esta demanda entre mujeres y profesionales más jóvenes). La mitad creen que necesitan formación para adquirir competencias emocionales, la misma proporción que quisieran perfeccionar la capacidad de gestionar conflictos. A un tercio de los profesionales les gustaría mejorar la comunicación con los pacientes y familiares, mientras que también se incrementa la necesidad de aprender a trabajar mejor en equipo y desarrollar la capacidad de liderazgo.
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